10 agosto 2011

En algún momento.

Desperté de mi sueño en aquel momento y creí haber estado soñando toda una tarde, todo un día entero, pero me di cuenta que no habían sido más de cinco minutos, que sentado en aquellos asientos de aquella estación, había imaginado un mundo, un camino a seguir junto a ti, que encontraba, ya despierto, simplemente hermoso.

Todo comenzaba conmigo, sentado esperando el tren que me llevaría hasta donde tú estabas, sentado siempre a la misma hora y en el mismo lugar, 9:30 de la mañana. Imaginaba que todos los días que pudiera ir a verte, estaría esperando sentado aquel tren a la misma hora cada vez y con las mismas ganas de volver llegar a tus brazos. Luego, el trayecto... Recordando qué habíamos vivido la vez anterior a ese día ficticio, cada abrazo, cada cariño, cada uno de esos besos, cada cosa que vivimos en aquel anterior encuentro. Imaginaba que lo recordaba mientras el paisaje iba cambiando, de edificios, torres sin fin y personas corriendo de un lado para otro, a flores, árboles, animales pastando, tranquilidad acompañada de un sol que contemplaba, como una vez más regresaba a ti. Llegaba a destino, me esperabas en aquella estación, te besaba y abrazaba muy fuertemente y tomados de la mano salíamos a vivir uno más de los días que imaginaba, íbamos a vivir una y otra vez sin fin.

Sin darme cuenta, había llegado el metro, debía partir a casa desde aquel parque donde te vi por primera vez, de aquel parte en el que no pensé iba a conocer a quien inundaba mis sueños en aquel momentos, aquellos sueños más lindos cada vez.

Luego de un rato, seguía mi viaje…Caminaba entre la gente, sin dejar de imaginar. Esta vez, te imaginaba junto a mi en un lindo lugar, era un parque, distinto al que te conocí, lleno de niños, gente que disfrutaba el día junto a sus seres queridos y allí, tú y yo, sentados en el pasto, tomados de la mano, conversando de las cosas que nos habían pasado durante la semana. Chocolate, eso era lo que comíamos, tiernamente, como si nada en aquel momentos nos importase más que compartirlo, compartir ese instante junto al otro. Recuerdo que te besaba y te decía lo mucho que agradecía el haberte conocido, el que me estuvieras haciendo tan, pero tan feliz… Que eras la persona que recobró mis ganas de vivir y ser feliz ante cualquier cosa. Tú me mirabas y oías atentamente y con una sonrisa en tu rostro y tus ojos vidriosos, atinabas sólo a abrazarme y decirme que me querías demasiado, que no me dejarías solo por nada y que esa historia que imaginaba juntos, iba a ser para siempre.

Cuando pude reaccionar, mii viaje en metro había terminado. Desperté de mi sueño despierto, en la estación terminal y me di cuenta que estaba solo dentro del vagón, un guardia miraba a mi lado y me preguntaba si estaba bien, asentí con la cabeza y me puse de pie y caminé, para reanudar mi viaje a casa, aún faltaba un poco antes de llegar… Pensaba, que también, nos faltaba en realidad, un poco, tal vez mucho, para llegar a ser lo que en mis sueños pensaba. Empecé a pensar en lo que hemos vivido y todo lo que nos falta por vivir, me convencí de una cosa: de que te quiero cada día más…Que estás llenando ese espacio en mi corazón que creí otra persona llenaría, pero que creo terminaste siendo tú, quien lo cubriría. En eso, pensé…

¿Y si estos sueños se hacen realidad…Serán contigo? Mi corazón sólo me respondió… Espera y haz las cosas bien, que tal vez esa persona, sea la que esté contigo y haga tus sueños realidad.

Imaginé el día de nuestro próximo encuentro, contándote todo esto, diciéndote cuánto es que te quiero… A la vez que un abrazo nos unía, quizás como en aquel sueño, quizás como será en nuestro camino juntos…En algún momento.

No hay comentarios.: